La piña y el desfiladero

Cancelando II

¿Es Gran Golpe en la Pequeña China una película "cancelable"? Esta obra de John Carpenter de 1986 tiene como protagonista a un camionero rudo y un tanto imbécil, con un escudero oriental, que emprende una aventura para salvar su camión y, de paso, salvar a dos damiselas en apuros, convirtiéndose en caballero andante por un rato. Una representación estereotipada de la cultura oriental, del crimen organizado en las comunidades chinas en Estados Unidos, una representación estereotipada del "redneck", una representación estereotipada de la mujer que necesita que la salven. ¿O no? El salvador es imbécil, el escudero es más listo que el héroe, las que van a a ser salvadas se resisten a su secuestro, etc. Pero estas desviaciones desde hace ya tiempo también pueden considerarse estereotipos. ¿O serán tropos?

Puede que el concepto de "cultura de la cancelación" sea la forma en la que algunos pretenden convertir en concepto lo que no es más que miedo a que sus miserias queden en evidencia. Pero esto no es óbice para denunciar los abusos que en nombre de la protección de las identidades difusas, personas racializadas, el feminismo o la homosexualidad ocurren cada día. El concepto "políticamente correcto" es un arma arrojadiza desde uno u otro lado. Ser "políticamente incorrecto" se ha convertido en una imagen de marca para los que lloriquean porque sus disparates ahora se exponen y se discuten. Sin embargo, y como ocurre con "fascismo", "neoliberalismo", "socialcomunismo", etc., estos conceptos tan susceptibles de convertirse en trending topic tienen habitualmente su cambio de uso mediante conductas abusivas, ridiculeces varias y una sociedad que, por restañarse las heridas, construye monumentos colosales a la estupidez.

El término Digital Blackface, que tiene su origen en los hombres que se disfrazaban de personas racializadas para entretener a audiencias blancas, se usa ahora a menudo para denunciar la impostura por las que personas blancas se hacían pasar por negras para defender puntos de vista contrarios a movimientos sociales como el Black Lives Matter. Sin embargo, pronto ha pasado a hablar de algo más: el uso de gifs en los que aparecen personas negras, por parte de personas blancas. El problema, aquí, no es ya la impostura infantil usada para denostar, ni una acción política miserable basada en el engaño. Supuestamente el problema es que esos gifs son considerados falsos estereotipos que fomentan y perpetúan el odio a las personas de color.

El estereotipo es un producto cultural omnipresente. Tras las polémicas de años sobre si debería retirarse a Apu de la serie Los Simpsons, cabría preguntar también sobre el estereotipo del ama de casa con tendencia al juego y al alcoholismo, sobre el homosexual dentro de un armario perenne que ama a su jefe en silencio, la niña snowflake metida en cualquier causa social de moda, o el cishetero gordo, calvo y palurdo que es su principal personaje. ¿Es perverso el estereotipo? En multitud de series de animación más o menos actuales como Hora de aventuras o Steven Universe vemos, aparentemente, la destrucción de esos estereotipos, pero solo para construir otros nuevos, más difusos, sí, más fluidos. Pero quizás los que ahora son nuevos, dentro de unos años puedan ser considerados estereotipos homófobos. Porque, digamos, esa princesa chicle y Marceline bebiendo chocolate bajo una manta en los últimos compases de Hora de Aventuras podrían considerarse el retrato de las dos amigas que viven juntas de las que hablaba Abascal. Quizás lo que ahora se considera un paso adelante sea en el futuro considerado un estereotipo homófobo.

Precisamente considerar que el estereotipo es falso es darle condición de posibilidad de existencia. El estereotipo es falso por definición. Porque no se puede hacer un estereotipo de cada individuo, ni de cada familia, ni de cada ciudad. Yo, como individuo, me río de mí mismo cuando mi gordura o mi torpeza me hacen pensar que soy un poco Homer. Pero también soy un poco Bart, un poco Apu, un poco Marge y un poco Lisa... Bueno, no, Lisa no.

Pero es que, además, en el caso de la comedia, si algo tienen de verdad los estereotipos es que en muchos casos son una denuncia de nuestros deseos de ordenar, clasificar en categorías el mundo. Encajar a individuos en estereotipos es nuestra forma de compensar el miedo a la incógnita, al misterio de lo que no somos nosotros. En una comedia son un reflejo, una parodia de lo estúpidos que somos cuando pensamos en estos términos.

La denuncia por el uso de los gifs en los que aparecen personas de color presupone en el que lo usa un camino de pensamiento que no tiene por qué ser necesariamente cierto: "voy a usar este gif de esta mujer negra porque son muy salerosas, tienen mucho flow, y jajaja cómo son". Quizás podría ser: "voy a buscar un gif que represente mis ganas de bailar... oh mira, aquí hay uno que mola, muy divertido".

Así como la Iglesia Católica nos considera culpables y (ahora) responsables, el proceso mental al que lleva esto es a la permanente sospecha de uno mismo: "No habré hecho esto porque soy racista sin saberlo, machista sin saberlo, homófobo sin saberlo". Aprendemos que nuestras conductas no son correctas en cada caso particular que vivimos, en las reacciones concretas a acciones concretas. Y aun así siempre podemos contextualizarlas, explicarnos, reflexionar y decidir. Cuando ese proceso se hace imposible porque se institucionaliza la culpa nos convertimos en masa temblorosa, esperando el momento en el que seamos, quizás, cancelados para siempre.

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