La piña y el desfiladero

Retratos murcianos III: el indie de provincias

Pedro está triste porque este año no ha habido Warm Up. Viviendo de festival en festival, la COVID ha hecho mucho daño a su forma de divertirse. Este año no ha podido aumentar su colección de pulseras, y tampoco ha podido pasar las madrugadas en los pocos bares con altavoces nublados que repiten sábado tras sábado sus canciones favoritas como si el DJ le conociese de toda la vida. Incluso a veces ponen canciones que no le gustan demasiado pero que parecen gustarle a las tías que se quiere follar. Una de unos tal Pixies que se llama "Here comes your man". Pero a él lo que realmente le emociona es la intensidad emocional de Vetusta Morla. Todo lo que entiende de sus letras se corresponde con su vida sentimental de penumbra en penumbra. Siempre se espera al festival que toque para pedirse una cami nueva, o echarle un vistazo a las últimas fotos de Lori Meyers para ver cómo se tiene que recortar la barba. Pero ahora tendrá que medir el ritmo de su existencia de otra manera. Los directos del Insta le resultan insatisfactorios, como darse cuenta de que lo que creía que estaba de moda para los suyos resultó ser algo gastado ya cuando lo vio la última vez que fue a Barcelona. Para él, es muy importante y agotador estar a la última. Pese a esta era hiperconectada, le frustra profundamente llegar siempre tarde a la última tendencia: cuando empezó a llevar su mochilica de cuerdas se dio cuenta que ya no tocaba. Pedro es reaccionario en lo suyo: nunca aceptará ídolos nuevos sin un conveniente refrendo de las autoridades competentes, esos señores mayores que representan la totalidad de la crítica musical de su ciudad. Tampoco aceptará nunca a ningún artista que no sucumba sometido a los estereotipos permitidos en su universo: hipster despistado, émulo beatle o vetustiano normal-tirando-a-molamazo.

Álvaro, en cambio, nunca iría a un concierto de Vetusta Morla. Huye de identificadores culturales externos. Le mola mucho Swans pero trata de ocultarlo porque una vez estuvieron a punto de ser mainstream (indie). Malditos esos himnos pop inverosímiles que se sacan de vez en cuando de la manga. Está contento porque este año no hay festivales ni conciertos masivos. Solo actividades selectas y con distancia de seguridad. En el confinamiento estuvo profundizando en su postura ambigua sobre el reguetón: no lo soporta pero entiende las coartadas intelectuales de los modernos que lo defienden. Para ser posmo hay que sufrir. Su mandamiento es el de la autenticidad, aunque jamás lo reconocería, porque eso de la "autenticidad" es algo que asocia más con algo que diría un fan de Springsteen que uno de Neu.

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