La piña y el desfiladero

Inventores

Todos recordamos al padre inventor de los Gremlins. Desde una perspectiva española nos parece que la actitud tolerante ante sus fracasos y sus dispositivos que funcionan mal es una actitud de amor y respeto hacia un miembro extravagante de la familia. Pero lo que vemos tiene algo de eso y mucho de homenaje a una de las figuras favoritas en Norteamérica: el inventor moderadamente chiflado. En un ambiente donde el mito del emprendedor es ya una religión, el inventor chiflado ocupa un lugar preeminente en su teología. Es el límite, la cumbre, el hombre que pasa todo el día pensando en lo nuevo, en combinar las necesidades moralmente autorizadas de sus compatriotas con un bombardeo constante de ideas. Poco filtro, mucho valor "emprendedor". El inventor chiflado es inmune al fracaso, y las consecuencias del mismo son afrontadas con resignación y cariño por aquellos que las sufren, porque siempre puede ser el próximo Steve Jobs.

Es en este contexto en el que se desenvuelve el QAnon y las mierdas antivacunas. No querer ponerse una vacuna probada para después tomar sobredosis de desparasitador de caballos es el paradigma del hombre solo ideando caminos nuevos, por muy estúpidos que estos sean, por muy absurdos y anticientíficos. Porque es el hombre solo contra el sistema que te quiere engañar perpetuamente para esclavizarte. Pero mi primo el de Oklahoma que estudió un curso de enfermería en el instituto lo sabe porque es un tipo emprendedor e inteligente.

Es por eso que un personaje detestable como Rick Sánchez de Rick y Morty se ha convertido en héroe para muchos en la alt-right: es diferente al progenitor de Gremlins porque todo lo que inventa funciona. Los problemas aparecen porque la tecnología que crea es siempre antisocial. Construye mundos a su medida, universos para servirle: aunque millones de seres vivos perezcan, él quiere cagar tranquilo. El inventor total entra así en la galería de amores de estos neoliberales infantiles junto con el Joker de Phoenix o el broker corrupto de El Lobo de Wall Street. Soy tan libre que ni la sociedad, ni la ley ni las leyes físicas pueden impedir que me corra una buena fiesta.

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